17 diciembre 2005

Muere Leo McGarry

John Spencer displays his Emmy for outstanding supporting actor in 2002
Es curioso como, cuando un personaje es inmensamente más conocido que el actor que lo interpreta, nadie lo conoce ya por el nombre. En España nos pasa con muchas series (¿alguien sabe cómo se llama "el Fiti" de Los Serrano, o "el "señor Cuesta" de Aquí no hay quien viva?), y a todo el mundo le pasaba lo mismo con este secundario de lujo en una de las mejores series de televisión de los últimos años. Se llamaba (por fin lo voy a decir) John Spencer, y se ha muerto de un ataque al corazón. La noticia me la he encontrado en la BBC buceando para informarme del presupuesto comunitario, que trae cola, y nos afecta a todos (los españoles perdemos unos cuantos duros). Pero ya hablaremos de esto. El ala Oeste (The West Wing) es una serie política con ritmo, agilidad, y diálogos inteligentes, donde no hace falta recurrir a ningún actor o actriz desnudos ni a rocambolescos romances para tener en vilo a la audiencia norteamericana. Tiene sus dosis de americanismo, pero vemos en la figura humanizada de Martin Sheen al presidente de EEUU que quisiésemos tener (así que ya sabeis, si no sabeis que regalarme estas navidades, unas cuantas temporadas, aunque sean pirateadas os harían entrar en mi grupo de prioritarios...xD) No sé se emite en España, pero yo dejé de ver esta serie cuando TVE la retiró este verano, después de haberle dado un tratamiento cariñoso (hoy a esta hora, mañana a esta, hoy te doy el capítulo 5, mañana el 8 y pasado el 6, y lindezas por el estilo). En un completo elenco de actores del que se descolgó después de un par de temporadas Bob Rowe para probar suerte en solitario destaca el jefe de gabinete McGarry, alcohólico, divorciado, y espectacular gestor. Las negociaciones, la resolución de problemas, las pugnas para arañar congresistas para una ley, la relación con periodistas, o la figura de un presidente desde dentro, las saboreamos, con más o menos exactitud (quizás poca, pero es ficción), en series como estas. Porque de vez en cuando, conviene creer en las grandezas de lo ideal antes que en las miserias de la realidad, porque a veces casi preferimos quedarnos en la perfecta interpretación de un personaje que en su nombre, sus fallos o su vida cotidiana y quizás de sinsabores de actor veterano. Descansa en paz, John Spencer.