Los licenciados
En La Vanguardia dedican un obituario a Enrique Rubio, Un periodista apasionado, en el que me llama mucho la atención un párrafo. A mi Rubio me sonaba, y huele a periodista de vieja escuela, de vocación, de cuando la profesión sabía de una manera distinta, por la profesión, y por la historia.
Al caso, a ver qué pensais:
Los licenciados de ahora dominan varios idiomas y tienen dos o más carreras, a pesar de lo cual sólo los más afortunados logran abrirse un hueco y ver publicados sus artículos. Llegan con tanta preparación que muchos ni siquiera tuvieron tiempo de "mezclarse intensamente con la vida", como reclamaba Hemingway. A Enrique le pasó todo lo contrario. Era ferroviario, igual que su padre. Empezó de telegrafista en una estación cuyo nombre parecía un guiño del destino, Campo Sepulcro, Zaragoza. Pero ya desde niño su pasión era la prensaMuchos de mis amigos estudiantes de la gris facultad estudian otra carrera. Algunos por vocación, otros como complemento, y otros confiando en que abra puertas. Hoy en día, en cualquier trabajo si eres bueno sales adelante. En periodismo, por lo poco que yo sé (que alguien me corrija), también, pero no sólo. Hace falta suerte. Pero lo primero es fundamental. ¿Cómo formarse? Pasándose toda la vida en "academias", en clases de cinco idiomas, en dos carreras... o en tener libertad completa para cada tarde abrir el periódico y preguntarte qué exposición ver, que concierto escuchar, a qué curso asistir, o qué leer. Ambas son arriesgadas. La primera es la de los papeles, y la segunda es la que creo que atribuyen al fallecido. Pero tiene muchos riesgos... Yo he optado por la segunda, y aquí estoy, con un blog y mucha vocación. A ver qué pensais, pero para mi constituye un desproporcionado dilema el uso del tiempo en los universitarios, y el concepto mismo de esta etapa tan atípica, y tan fugaz... Rubio coleccionaba timos. En el artículo seleccionan este:
De los más de 2.000 timos que había recopilado, su preferido era uno que reflejaba a la perfección la España de la posguerra que le tocó vivir y cuyos autores parecían salidos de El Buscón.Acodado en la cafetería de El Corte Inglés de la Diagonal, donde a veces se veía con sus amigos, él lo contaba así: Un conocido médico se ufanaba en un bar de su reloj de oro macizo, aunque lamentaba no poderlo enseñar porque se lo había dejado en su mesita de noche. Dos pícaros, que escucharon la conversación desde la barra, no perdieron el tiempo. Averiguaron la dirección del médico y uno de ellos fue allí con un pavo. "Es para el doctor - le anunció a su esposa-, que por cierto me ha pedido que le lleve de vuelta su reloj porque se lo ha olvidado en el dormitorio". La mujer, contenta por tan inesperado regalo y confiada por la acertada descripción que el desconocido hizo de la ubicación de la joya, no sospechó nada hasta que su marido regresó a casa y le hizo ver el timo. "Voy a la Guardia Civil a poner la denuncia", le dijo él. Unos minutos después se presentó el segundo timador: "No se preocupe, señora. Ya han detenido al sinvergüenza que la engañó, pero me envían del cuartelillo para que me lleve para allí el pavo porque también es robado". Y la volvieron a engatusarPues eso, un saludo
10 Comments:
qué elegir? asistir cada día a clase, puntual como un clavo, para descubrir que estabas mejor en un parque, con un libro en las manos, olvidándote de manuales y remitiéndote directamente a los textos?
faltar a la misma clase durante todo un mes porque aprendes más en un taller de lectura que una asignatura universitaria?
faltar una semana entera porque hay un curso de cine en la ciudad de al lado que es mucho más rico que traducir latín, aunque ames el latín y a sus poetas?
ni a) ni b), opto por las conjunciones: elegir aquello que, objetivamente, es mejor para tu formación como periodista, filólogo o lo que sea. y nadie garantiza que lo mejor para tu formación se encuentre al 100% entre las cuatro paredes de un aula universitaria, esa es la desgracia del tiempo universitario, que a veces no sabes dónde está lo aprovechable, en la formación reglada o en la alternativa.
Estoy de acuerdo, en el sentido, con Alba. Pero las alarmas se disparan en "objetivamente" (no puedo evitarlo, me pasa siempre). Opino que lo ideal es conciliar, siempre. Coger lo bueno de ambas opciones, pero la medida (la virtud, que diría Sócrates) es lo realmente difícil de averiguar. Quizás haya asignaturas a las que puedas faltar, pero te puedes equivocar gravemente si descartas una que realmente necesitas. A parte de eso, "elegir aquello que, objetivamente, es mejor para tu formación como periodista"... cómo acertar. Yo intento guiarme por Hemingway,a ver qué pasa... Nos veremos todos en el INEM, no os preocupeis! Un saludo, y bienvenida
(Conciliar? Cínico... Si tú eres el maniqueo... es brooooma...)
Conciliar, eso es. No hace falta ir a todo, se puede ir cribando. Y un poco de acá y un poco de allá. A veces las clases amenas no coinciden con las necesarias. Cadalso aburre, vamos, pero no está mal leerle. Supongo. De forma que los métodos y las disciplinas permitan también ir creando en la mente sistemas que ayuden a elegir mejor, entender mejor, ser más críticos, no quedarse eternamente en la superficie.
Creo que a menudo también olvidamos que habrá vida más adelante de la Universidad. Y que el tiempo para exposiciones, conferencias, paseos y conciertos no se acabará a los veinticinco. Ahora sólo nos estamos preparando, aprendiendo... Y el autodidacticismo sólo funciona, me temo, con los genios.
O, resumiendo: que los días tienen veintiocho horas, cómo tendré que explicártelo... :) Eh, al?
Tiene gracia. La teoría nos la sabemos todos, ay de la práctica! A parte de que difiero de la plasmación que hace Laura, espero trabajar cuando acabe la carrera, y por los pocos ejemplos que conozco tienen más bien poco tiempo, en principio, para placeres mundanos. Y no nos olvidemos, igual que hay vida después de la universidad (y antes) no hay otra vida igual. Es tan raro este período, es tal la excepción y la dualidad independencia (manera de pensar por primera vez adulta)-gastos pagos (papis) que ninguna época se parece a cuatro, cinco, n (para los listos) años. En descubrimientos y quizás en libertad, o simplemente en lo que puedes sacar aprovechándola, con respecto a la vida de ocho a tres (o lo que sea). Hay vida después de la universidad, pero los viejos y curtidos afirman que ninguna se le asemeja. Quizás esté idealizando un poco, pero el sentido es ese...Un saludo lau (gracias por los comments), y relativiza a Felicísimo...
Repito: que los días tienen veintiocho horas, cómo tendré que explicártelo...
Por cierto. Sócrates sólo decía que virtud y conocimiento, misma cosa (lástima que no dijera donde encontrar...): el de los justos medios era Aristóteles.
Felicísimo relativizado, no era tan fiero el león como parecía, descubrí en el tren.
Qué divertido... En el fondo no te pierdes una... Otro día nos hablas de Cadalso... Un saludo
Ains. Tú sí que si no ganas empatas. ¿Pero no ves que aquí no se trata de quién tenga razón? Ni vos ni yo, ni siquiera Alba: cada uno busca un modelo de "perfección" por su vía, con sus métodos: y todos son igual de incompatibles, incompletos e inalcanzables.
Cuándo te convenceré (además de lo de las veintiocho horas y de que es cierto de que me da tiempo a todo) de que seríamos buenos socios. Tu iniciativa y mi constancia... dónde va a parar, ahí sí que nos comemos el mundo. Pero ni modo, vaya dos en esto de cazar solos.
Otra vez a complementar... Menudas discusiones. Sabes que pagaría por que mi día tuviese 28 horas, pero muchos estamos tan lejos de la perfección... Me gusta la expresión de: "si no ganas empatas"... Pero de momento las batallas las voy perdiendo, sólo con presentarme. Al final, en los tres (porque nadie más se atreve)se hace cierta aquella frase que dice que "no hay cosas sin interés; tan sólo personas incapaces de interesarse" de Chesterton. Creo que nosotros sufrimos el efecto secundario de lo contrario. Por muchos años, ea!
son ustedes dos muy divertidos, pero ya que me interpelas meto cuña, veamus, esa frase de chesterton se me va a quedar en la cabeza, creo, como se me quedó otra sobre el infinito... así que el efecto secundario de interesarse por todo demasiado...
puede ser sí, la curiosidad, con todo, debería ser innata en el filólogo, en el filósofo y en el periodista, porque sin ella tal vez seguiríamos en la caverna, tal vez...
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