¿Conoce a sus diputados?
Con las ventajas que nuestro sistema [legislativo] puede tener, no deja de haber también inconvenientes. Uno de ellos es que se da por supuesto que los representados, los ciudadanos, sienten lo mismo que sus representantes, los diputados, sin necesidad de que los representantes conozcan y escuchen a sus representados. Se da por argumento irrefutable, por ejemplo, que una votación del 90 por ciento -o casi- de los parlamentarios a favor de la propuesta de Estatut significa que los representados estaban de acuerdo con un texto que no sólo no estaba aún aprobado ni debatido, sino ni siquiera conocido y leído por la gente. Los representantes son legítimos y han sido elegidos, pero eso no significa que hayan oído a sus representados ni conozcan sus sentimientos y sus criterios sobre cuestiones concretas.
Se queja Lorenzo Gomis en La Vanguardia del sistema legislativo de listas cerradas. El tener a "tu diputado", que hable contigo, que palpe el pulso a la calle (porque se juega el escaño en ello) como manera de influir indirectamente en las decisiones del parlamento. Esto debe ser cosa de los ingleses...
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