Yo no soy un radical

Desde octubre, y en las últimas semanas, está apareciendo en Galicia un fenómeno muy dañino para pescadores y para los sectores que dependen de estos, llamado marea roja. No es nuevo, ni en Galicia ni en el resto del mundo. Los antiguos griegos decían de la marea que era consecuencia de las iras de Neptuno, y en la Edad Media se atribuyó a la influencia de la luna, de las entrañas del planeta o de erupciones volcánicas. Las consecuencias de tan misterioso fenómeno son las aguas rojas (aunque pueden ser de otro color), y moluscos muertos. Muchos. ¿La explicación? El aumento de la proporción de unos microorganismos que ya existen en el ecosistema en condiciones normales. Pasa con arreglo a la naturaleza, aunque el hombre contribuye de vez en cuando, de forma indirecta, si altera las cantidades de fertilizantes, contaminación, o si la insolación cambia.

En Galicia, en los últimos meses, las aguas se están enturbiando y poco les falta para cambiar de color. El miedo al nacionalismo encarnado por el BNG, al estatuto, y los precedentes vasco y catalán han acabado por crear un clima de nerviosismo en la prensa y en las esferas políticas. La gota que ha colmado el vaso ha sido, para que yo escribiera este post, el reportaje del Crónica de El Mundo de hoy, donde Aníbal Malvar y Manuel Darriba hablan, sin cortarse un pelo, de herriko-tabernas a la gallega. Dan un par de nombres de bares, hablan de presos políticos gallegos, del icono que supuso Andrés do Barro... La información peca en todos los sentidos. No da un solo hecho, sí muchos circunloquios y divagaciones, pero ni una cifra de cuántos independentistas hay, por no contar las referencias a organizaciones totalmente desconocidas. Además afirma que “la juventud gallega clama por su nación”. Impresionante. Por eso, y sin que sirva de precedente, quiero dejar constancia de que yo no soy un radical.

1.- Salvo en cuatro garitos cutres, casi nadie en la sociedad gallega tiene la percepción de un resurgimiento del nacionalismo, o de reclamación de nación.

2.- Las nuevas generaciones de jóvenes son impresionantemente conservadoras, o en todo caso apáticas políticamente. Desgraciadamente, atrás quedan las épocas de Andrés do Barro y de una conciencia crítica desarrollada.

3.- La cuestión del estatuto es una tormenta en un vaso de agua. El BNG ha hecho su propuesta en el seno de la polémica por el caso catalán, para conseguir rédito electoral (que no le viene mal). Estas historias encuentran un cliente perfecto en El Mundo, ABC, que favorecen, sin querer, a la estrategia político-comunicativa nacionalista.

4.- El capítulo de la anexión de municipios de cultura e idioma gallego es algo que el propio estatuto de Castilla y León, de Navarra, del País Vasco, ya tienen en sus estatutos, ¡desde hace años!

5.-El equilibrio de fuerzas en O Horreo (Parlamento de Galicia) es el siguiente: Partido Popular (PP) 37 escaños; Partido Socialista (PsdeG-PSOE) 25; Bloque Nacionalista Galego (BNG) 13. El BNG ha bajado cinco escaños con respecto al 2001, y estos unidos a los del PSOE suman sólo uno más que los de los populares (38 a 37). Esto quiere decir que...

6.- Toda reforma estatutaria pasa por el beneplácito en Santiago del Partido Popular, “un tanto” distanciado políticamente del BNG. Una situación “a la catalana” con el estatuto en Madrid es inpensable si no va limada ya desde Galicia por el PSOE primero, y por el PP después.

7.- La reforma estatutaria no tiene eco en la calle. Sólo a niveles políticos es una preocupación central. Los gallegos no quieren una situación como la catalana, ya que hasta el momento, entre otros factores, son Objetivo 1 de las ayudas de la UE en Fondos Estructurales, tanto como Extremadura, por ejemplo.

Estos puntos, basados en hechos, en realidades, no sirven para contrarrestar la multiplicación de microorganismos, de artículos, que van haciendo mella en la sociedad española. No es raro que en Madrid alguien que convive con gallegos les pida explicaciones por sus ansias de independentismo. Uno mira a su alrededor y se pregunta... “¿es a mi?” Los gallegos, que siempre buena fama tuvimos de audaces y trabajadores (y muchas más cosas), empezamos a sentirnos culpables sin habernos manchado de ningún pecado. Se nos reclaman explicaciones. Yo, como comprenderán, estoy inmunizado. Estudio periodismo...

La marea roja ha ocasionado pérdidas a los pescadores y mariscadores gallegos. La Voz las cifra en 40 millones.

Mareas más peligrosas, como las mediáticas, o las producidas desde despachos políticos pueden hacer bastante más daño. No soy un radical, y no quiero sufrir las “purgas do mar” o las iras de Neptuno en un mar que unos cuantos egipcios sin demasiado criterio se mueren por contaminar.