Por cierto, ayer empezó el verano...
Hace unos 3000 años, el primer rayo de sol que salió por el horizonte de la llanura de Salisbury, Inglaterra, atravesó una avenida de menhires que llevaba a dos grandes piedras talladas de forma simétrica, sobre las que descansaba una ventana. La luz pasó por esta y fue a parar a un altar situado en el centro de un círculo formado por láminas de gres silicio. Era el solsticio de verano y el estreno de Stonehenge.Ese mismo día, durante estos tres milenios, el sol y el templo han repetido la misma acción. Stonehenge ha sido tildado de templo del sol, de reloj solar, de centro religioso y cultural o de simple lugar de comercio. En cualquier caso, los ingleses y amantes de la arqueología siguen observando cada año el impresionante espectáculo de cálculo astrológico que los habitantes de la isla llevaron a cabo hace tres milenios, levantando sobre el suelo bloques de cuatro metros y medio de altura cuyos pesos oscilan entre las 20 y las 25 toneladas. La pleitesía que se había de rendir al dios sol exigía la construcción de un recinto en el que los sacrificios fueron habituales y que se encuentra rodeado de centenares de diferentes enterramientos desde ese momento del calcolítico (era en la que se llevó a cabo la primera construcción del centro) hasta las culturas célticas de sajones y galaicos. Estas tradiciones parecen resurgir cuando una serie de habitantes de Salisbury ha decidido llevar a cabo los bailes rituales que exigía la divinidad solar, subiéndose a lo alto de estas piedras para celebrar la llegada de los días más largos del año y disfrutar del maravilloso espectáculo que ofrecen la mano del hombre y los dones de la naturaleza mezclados en la exactitud de las matemáticas.
Los lugares de observación astronómica de la época megalítica son habituales tanto en las Islas Británicas como en las actuales Francia y España, pero sin duda Stonehenge supone el máximo exponente de todos ellos.
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